martes, 12 de mayo de 2015

Los padres de un deportista


Es muy gratificante ser padre de un niño(a)/joven que hace deporte. Es divertido verle jugar, competir, verle mejorar física y técnicamente y conseguir sus objetivos.Ser testigo de cómo se va formando como deportista y como persona. Pero, ¿qué podemos hacer para ayudarle?, ¿hacemos lo mejor para él? ¿Quién enseña a los padres a ser padres? Y a ser padres de un deportista?, ¿y si además destaca? Es una tarea difícil y comprometida, y pocas  conllevan tanta responsabilidad y más interés en hacerlo bien.

Vamos aprendiendo con aciertos y errores pero  contamos con algo básico, el cariño y el verdadero interés  por los hijos. Pero en muchas ocasiones, el interés y la mejor intención no es suficiente para ayudarles en su carrera deportiva y lo que es más importante, en su crecimiento personal. Incluso a veces la conducta de los padres es uno de los mayores obstáculos que tienen que superar los jóvenes para lograr el máximo rendimiento.



En este tiempo he visto padres que realmente han sido un estímulo y una ayuda para sus hijos y que en muchos casos han sido fundamentales para una carrera exitosa en su deporte y en su formación personal. Pero también he visto padres que han supuesto la mayor dificultad a la que han tenido que enfrentarse esos deportistas y sospecho que en muchas ocasiones han sido la principal razón por la que no han destacado o logrado el nivel que prometían o que podían alcanzar.

Los padres son básicos, para bien o para mal, pero no deben ser los  protagonistas.  Los únicos actores principales  son los deportistas aunque los padres tienen un papel fundamental e insustituible. El resto, todos los que trabajan con ellos en el deporte, pueden tener un papel más o menos importante y durante más o menos tiempo pero son actores secundarios o extras e irán cambiando  y dejando más o menos peso. Los que no van a cambiar nunca su rol son los padres y sus hijos. Se puede ser padre de un deportista durante un año, dos, o veinte, pero seremos sus padres  durante toda la vida. Debemos comprender cual es nuestro papel, qué debemos hacer para alcanzar ese objetivo  y por supuesto intentar no interferir .



La pregunta es: ¿Cuál es el papel de los padres?

Fundamentalmente el de apoyar y ayudar a sus hijos. Especialmente en los malos momentos por los que pasarán. Apoyar significa que sepan que estamos cerca  por si lo necesitan, que les escucharemos cuando quieran hablar, sin obligarles si no quieren hacerlo, permitiéndoles  que tomen decisiones y sobretodo manteniendo un equilibrio emocional en los buenos y en los malos momentos que a ellos  les va a costar más conseguir.La buena noticia es que la forma de ayudar a nuestros hijos deportistas es la misma sean o no de alto nivel. No hay que hacer cosas muy diferentes si destacan mucho en su deporte, simplemente debemos estar más atentos en este último caso por el mayor riesgo y el mayor estrés que supone el deporte de alto rendimiento.

Si aunque sea un deportista importante le tratamos como a cualquier otro hijo y le pedimos lo mismo,  estamos valorando a la persona, al hijo, no al deportista ni en  función de unos resultados como normalmente va a hacer la mayoría de la gente que le rodea. Le estamos trasmitiendo que el cariño y la valoración de sus padres no dependen de sus éxitos deportivos.
Deberíamos intentar en la medida de lo posible que nuestra relación con ellos y nuestros temas de conversación no se limiten solo a su deporte sino sobre otras cosas ajenas a él. De esta forma también le enseñamos a valorarse a sí mismo como persona y a ser capaz de evaluar su rendimiento y su conducta  independientemente de los resultados, lo que será muy importante en su carrera deportiva o para conseguir un alto rendimiento en cualquier otra actividad.



El deporte de competición provoca un estrés psicológico inevitable y que los deportistas tienen que aprender a manejar. Según mejoran de nivel,  los entrenadores les van a exigir cada vez más, la evaluación continua, la propia competición y  ellos mismos con sus expectativas y objetivos, van a provocar una presión cada vez mayor por lo que otra tarea importante de los padres sería  la de ayudarles a superarla y no añadir más.

En un asunto tan importante ,antes o durante una competición,  con la intención de apoyar, de animar, de quitarle presión o transmitir confianza a nuestros hijos cometemos el error de decir : “tranquilo que estoy convencido de que lo vas a hacer bien”, o “ eres el mejor” " seguro que hoy ganas ” . Puede parecer que le estamos ayudando, sin embargo no sabemos lo que realmente piensa, que confianza tiene en sus posibilidades,  sus expectativas, sus dudas. Además  estamos hablando de deporte y pocas cosas son totalmente seguras, siempre puede haber sorpresas y hay que contar con los rivales, así que  lo que percibe el joven quizás sea: “mi padre confía en mí, está seguro de que lo voy a hacer bien, pero yo no estoy tan seguro. Si no lo hago como él espera, algo estaré haciendo mal  o no soy tan bueno como él piensa. Puedo  fallar a mi padre ”.

¿Realmente le estamos liberando de la presión o estamos añadiendo más?

Cuando después de una victoria o una actuación destacada o una derrota por dolorosa que sea  actuamos de forma muy diferente y exagerada  e incluso el ambiente familiar durante ese día varía en función de  un resultado deportivo, estamos añadiendo una presión innecesaria y perjudicial.

Tengan el nivel deportivo que tengan nuestros hijos, debemos orientarles hacia la diversión, a la mejora del rendimiento, al esfuerzo y a un clima motivacional positivo. Todo esto es parte del papel de los padres  y la mejor manera de ayudarles a conseguir su máximo nivel. Y lo mejor es que además de ayudarles podemos a la vez disfrutar y divertirnos con la participación deportiva de nuestros hijos.

Violeta

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