Lejos de ser el fin de una
carrera de alto nivel, la maternidad se ha convertido en un paréntesis
banal para muchas deportistas, que regresan a la competición tras ser
madres con resultados iguales o mejores que antes de serlo, gracias a la preparación física y psicológica.
“La maternidad ya no significa el fin de
una carrera”, coinciden la ginecóloga Carole Maître y la psicóloga
Meriem Salmi. Esperar a la retirada para ser madres o el niño no
esperado que pone fin prematuro a una trayectoria deportiva se ha
convertido en una excepción, gracias principalmente al progreso de la
medicina y de la preparación física y mental.
Existen numerosos casos que corroboran que el deporte de alta competición y la maternidad son compatibles.
Por ejemplo, la jugadora de tenis belga Kim Clijsters, quien fue
ganadora del US Open en 2009 tras casi dos años y medio de ausencia de
las canchas (periodo en el que tuvo una hija), por lo que se convirtió
en la primera madre en ser número uno de la clasificación mundial del
tenis.
La campeona francesa de esgrima Laura
Flessel compitió hasta los ocho meses de embarazo y regresó cuatro meses
después del parto, volviendo a ganar medallas olímpicas y mundiales. O
también la biatleta francesa Marie Dorin Habert, doble campeona del
mundo de la especialidad en marzo, seis meses después del nacimiento de
su hija.
"La maternidad es un estimulante para el
rendimiento" deportivo, asegura Maitre, que trabaja en el Instituto
Nacional del Deporte y la Educación Física (Insep), el centro de alto
rendimiento del deporte francés.
“Es como un triunfo. Tras un bebé, las deportistas de alto nivel se sienten más fuertes, gestionan mejor el estrés". "El hecho de tener un niño permite tomar distancia, tener menos presión, adquirir una cierta madurez", completa Salmi.
Ser madres estimula el rendimiento de las actividades físicas y disminuye el estrés.
"Cuando las deportistas tienen mejores resultados después, quiere decir que si les hubiésemos ayudado psicológicamente antes a tomar esta distancia, habrían obtenido resultados antes", agregó la especialista.
Beneficio físico
En el plano físico, la maternidad puede ser también un beneficio. "El embarazo aumenta la capacidad aeróbica de un 20 a un 30 por ciento a partir del segundo mes", explica Maître. "Si el aporte de oxígeno se entrena, puede perdurar hasta una año después del parto".
Lo primordial para las atletas
embarazadas es no detener nunca la actividad física, especialmente para
limitar el aumento de peso, conservar su masa muscular y sus
capacidades cardiovasculares. "Es raro que no se pueda encontrar una
actividad física compatible", asegura la doctora del Insep, que recuerda
el caso de la fondista británica Paula Radcliffe, quien explicó que
siguió corriendo hasta el final de sus dos embarazos.
Maître advierte, no obstante,
que correr es una actividad a realizar con precaución, puesto que supone
un riesgo de traumatismo para el periné, el punto débil de las jóvenes
madres. "Realmente nunca dejé los entrenamientos", explicó
Marie Dorin-Habert. "Tenía el consentimiento de los médicos. Sabía que
tenía que evitar saltar mucho, correr. Hasta el final continué
entrenándome.
No aumenté mucho de peso, apenas 6 o 7
kilos. El mismo día del parto, había entrenado en un terreno con un
desnivel de 1.000 metros", añadió la doble campeona del mundo, que se
inspiró en el ejemplo de otra biatleta Liv Grete Poirée, que también
tuvo una hija entre dos títulos mundiales.
El éxito de este doble proyecto maternidad-carrera depende finalmente de otro factor: el entorno familiar.
"Las familias, los padres están muy presentes cerca de las atletas que
necesitan con frecuencia desplazarse lejos", explicó la psicóloga Salmi.
"Si las deportistas se embarcan en esta
aventura es que saben por adelantado que reúnen las condiciones. Nunca
es fruto de una cabezonada, sino algo muy planificado, una cuestión de
organización, lo mismo que los otros aspectos de sus carreras",
finaliza.
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