sábado, 10 de octubre de 2015

Nuestras amigas las derrotas

Ante las distintas situaciones que la vida nos presenta, siempre es importante tener en cuenta, que hay que ser buen ganador y buen perdedor.


Vivimos en usa sociedad extremadamente competitiva, vivimos constantemente compitiendo y con nuestra mente puesta en ganar. Todos queremos ganar, eso está claro, pero esa necesidad que tenemos de ganar nos lleva por una senda que nos genera una ceguera de atención, lo que provoca que nos enfoquemos en ganar, pero no nos permite ver y por supuesto aprender de las cosas que pueden suceder en ese camino al triunfo. Ese camino al triunfo es maravilloso y es recomendable aprovechar todo lo que sucede en él.
De toda experiencia que vivimos, podemos sacar grandes aprendizajes.



Sólo fracasa el que lo intenta, sólo intenta el que quiere triunfar en algo, sólo triunfa el que está orientado al éxito. Si quieres lograr éxito en algún proyecto atrévete a intentarlo, fracasa siempre, aprende y ve por lo que deseas. Recuerda que las dudas matan más sueños que los fracasos.

Esta no es una apología a ser un fracasado, todo lo contrario, es una invitación abierta a que siempre persigas algo con suficiente pasión que te permita reconocer las oportunidades que te ofrece cuando no lo logras. Cada persona tiene dos opciones al fracasar: Lamentarse, quejarse y culpar a otro o simplemente aprender de lo sucedido, reconocer donde lo puede hacer mejor y hacer los cambios. La diferencia fundamental entre una persona exitosa y un fracasado es que ambos se topan con la derrota en algún momento, pero el fracasado se rinde muy pronto. No te rindas tan pronto, ni te sientas abatido de forma definitiva, acude a tu fuerza interna, al aprendizaje que te deja lo vivido y a los dones que Dios te ha regalado. Ten siempre presente que sólo llegan los que no abandonan.

Cuando a ti o a tus hijos les toque perder, siéntanlo, dénse un abrazo y recuerden que mientras haya vida, hay oportunidades. Como dijo Jorge Luis Borges en su “fragmentos de un evangelio apócrifo”: “Felices los valientes, los que aceptan con ánimo parejo la derrota o las palmas.” Nunca dejes de celebrar tus victorias, pero no pierdas el piso. Y recuerda las veces que te caíste, enséñale eso a tus hijos, que el triunfo no se merece, se gana.



Yo creo firmemente en que si más personas vieran las bondades del deporte y no únicamente el negocio, entonces podríamos ser definitivamente mejores personas.
No existe ganador sin el perdedor y este último debe ser homenajeado.

Nunca dejes de explicarle a tus hijos, o a cualquier joven que tengas a tu alrededor, inclusive a los adultos, que la soberbia no debe existir: para ganar debes primero animarte a competir: en el trabajo, en la escuela, en mejorar tu condición física. Pero no siempre se gana, la humildad se trabaja a partir de las derrotas.
No se trata de ganar por ganar, se trata de aprender, compartir lo que se aprende y ser un factor generador de triunfadores a través de lo que hacemos sin mezquindad.

Sé que las derrotas frustran un poco, pero se fuerte, ellas pueden ser tus mejores amigas en el camino a tus sueños, a tus metas. Es importante ganar, pero aún es más importante ganar cuando tu triunfo ayuda a ganar a otros, cuando el triunfo es colectivo y se genera éxito para todos. Cuando tú ganas, alguien pierde, cuando tú triunfas, todos triunfan.


Violeta

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@campos_violeta

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