Una amenaza latente...
Desde
que el deporte es un importante motor económico, político y social, se está
instaurando un dopaje industrializado y globalizado que está cambiando la
identidad misma del deporte. Una realidad a la que todos nosotros nos estamos
acostumbrando sin ofrecer la resistencia y las soluciones debidas. Un trastorno
cultural en toda regla. De la picaresca ocasional a la cultura establecida de
hacer trampas mejor que el contrario, para ganar, que es lo único que importa.
Hay, al menos, tres repercusiones negativas achacables al dopaje.

Desnaturaliza
el propio deporte.
El deporte es el último reducto de actividad física para la mayoría de los
jóvenes. Bien organizado y realizado, es una de los mejores elementos para
preservar la salud y para la sana diversión y la socialización. Pero el deporte
contaminado con dopaje deja de ser una oferta positiva para la juventud, y para
la sociedad en su conjunto.
Algunos
deportistas pueden acceder a los servicios de expertos en dopaje, expertos que
velan por el resultado del tratamiento puesto, por reducir el riesgo de control
positivo, y por evitar efectos no deseados, al menos inmediatos. Otros de los
atrapados en esta vorágine han de conformarse con menos; muchas veces con el
consejo machacón, inexperto y peligroso de personas nada cualificadas. En la
lucha contra el dopaje contamos en la actualidad con dos elementos, los
controles antidopaje y las intervenciones informativas y educativas. Un tercer
elemento, la reorganización social del deporte en aras de un nuevo modelo de
calidad, quizás debiera ser también considerado.
Se
trata de preservar y potenciar la
esencia del deporte. Los juegos y los deportes han de proporcionar salud y
diversión, y también han de servir para la formación de los jóvenes. No podemos
concebir un deporte de calidad carente de un fuerte componente educativo. Y
esta educación ha de sustentarse, hoy más que nunca, en la deportividad, en la
ética.

Podemos
prevenir y tratar el dopaje preservando el espíritu deportivo. Manteniendo, en
todo momento, un comportamiento ético y un respeto a las reglas que regulan la
práctica deportiva. Podemos centrar nuestro objetivo en el deporte de base, en
un intento de mantener el deporte puro al menos hasta la mayoría de edad de los
deportistas, por medio de un refuerzo de la calidad y de la vigilancia en los
niveles infantil y juvenil.
El deporte es mucho más que potencia
física, eficiencia muscular, habilidad motora y atrevimiento. El deporte debe
poner de relieve todas nuestras capacidades, como personas y como sociedad.
Debemos reforzar la idea de un deporte universal, sano, justo, respetuoso y
elegante, un deporte para la convivencia y para la paz, un deporte educativo,
formador de personas.
Violeta
contacto:deporteconpuntosycomas@gmail.com
twitter. @campos_violeta
No hay comentarios:
Publicar un comentario